Palabras más...

En esta edición inaugurando la sección les compartimos escritos hechos por los alumnos y alumnas en diferentes momentos del año. Esperamos que disfruten la lectura!

Texto Argumentativo: 

Bailar para resistir de Milagros Marina

La hegemonía es una forma de influencia más indirecta hacia los subalternos para obtener como resultado una sociedad moldeada. Las clases dominantes ejercen este liderazgo para poder tener el control de la sociedad. Nos enseñan como tenemos que observar al mundo, como entenderlo, como tenemos que actuar, que está bien y que está mal. Más como dijo Michel Foucault, "Donde hay poder hay resistencia"; una fuerza subalterna se hace presente, y los actos de la vida cotidiana son valiosos para la resistencia al poder.

Las mujeres fuimos y lamentablemente somos parte de los grupos marginados en la historia. La hegemonía plantea como nos tienen que tratar; cómo las mujeres tenemos que ser y vernos para ser aceptadas, y demás. Sin embargo, desafiamos al poder en nuestra vida diaria, y algunas resisten esta influencia bailando.

¿Cómo es qué resistimos bailando? Si no encajamos en los cánones de belleza que los medios implantan "naturalmente", surge un rechazo por una misma y por los demás, ya que nunca parece ser suficiente. No obstante, al tener el control sobre nuestros cuerpos, sobre nuestros movimientos y sobre nuestra mirada sobre ellos, genera un sentimiento de resistencia por tantos años de repudio hacia los mismos.

La investigadora Angela Mc Rabbi ha descubierto que las adolescentes encuentran esta actividad como una contestación y lucha hacia la hegemonía patriarcal. Muchas mujeres encuentran la danza como la búsqueda de una mirada propia y una identidad que no dependa de la mirada masculina; nos movemos para conquistarnos a nosotras mismas.

Hoy en día se puede pensar que la danza surge como un acto contrahegemónico entre las mujeres hacia los grupos dominantes. Surge como un acto de resistencia hacia el poder que quiere enseñarnos como tenemos que mirarnos a nosotras mismas y como tenemos que ser ante los demás.  

Décimo tramo de Brisa Guerra

MENSAJERO. -¿Acaso por temor a estas cosas estabas desterrado de ahí ?

EDIPO. -Por el deseo de no ser asesino de mi padre, anciano.

MENSAJERO. -¿Por qué, no te libere yo de este recelo,señor, ya que bien dispuesto llegué?

EDIPO. -En ese caso recibirías de mí digno agradecimiento.

MENSAJERO. -Por eso vine sobre todo, para que en algo tenga un beneficio cuando vos regreses a palacio.

EDIPO. -Pero nunca voy a ir con los que me engendraron.

MENSAJERO. -¡ hijo, es obvio que no sabes lo que haces...

EDIPO. -¿Cómo, anciano? decímelo, por los dioses.

MENSAJERO. -...Si por esta causa evitas volver a casa!

EDIPO. -Temeroso de que Febo me diga la verdad.

MENSAJERO. -¿Es que tenes miedo de mentirles a tus padres?

EDIPO. -Eso mismo, anciano. Eso me asusta constantemente.

MENSAJERO. -¿Sabes que, con razón, no tenés que tener miedo?

EDIPO. -¿Cómo no, si soy hijo de esos padres?

MENSAJERO. -Porque Pólibo no tenía nada que ver con tu linaje.

Edipo. -¿Cómo dijiste? ¿Que no me tuvo Pólibo?

MENSAJERO. -No más que el hombre aquí presente, sino igual.

EDIPO. -Y ¿cómo el que me engendró está en relación con vos que no me eres nada?

MENSAJERO. -No te tuvimos ni el ni yo.

EDIPO. -Entonces, ¿entonces porque me llama hijo?

MENSAJERO. -Por qué te recibió como un regalo- de mis manos.

EDIPO. -Y ¿a pesar de haberme recibido así de otras manos, pudo amarme tanto?

MENSAJERO. -La falta hasta entonces de hijos le persuadió del todo.

EDIPO. -Y vos, ¿me habías comprado o encontrado cuando me entregaste a él?

MENSAJERO. -Te encontré en los desfiladeros selvosos del Citerón.

EDIPO. -¿Por qué andabas por esos lugares?

MENSAJERO. -Estaba cuidando los pequeños rebaños montaraces. EDIPO. -¿Eras pastor y nómada a sueldo?

MENSAJERO. -Y así fui tu salvador en aquel momento.

EDIPO. -¿Y de qué mal estaba aquejado cuando me tomaste en tus manos?

MENSAJERO. -Las articulaciones de tus pies te lo pueden testimoniar.

EDIPO. -¡Ay de mí! ¿A qué antigua desgracia te refieres con esto?

Un poema dadaísta de Milagros Marina

La última risa,

¡Mayoliva!

Fronteras llenas de animales,

Al borde.

Siempre al borde.

¡Mayoliva!

Baños con hierbas alivian sus mejillas,

Y el tiempo,

Maldito tiempo

Que se esconde en botellas de cristal.

Corriente de aire entra entre

Sus dientes,

Amarillos.

¡Mayoliva!

Energía gastada

Por correr entre los camellos.

Al borde,

Siempre al borde.

Microrelato de Milagros Marina

Mi taza de café estaba entrelazada en mis manos, como si mis dedos fueran una enredadera. El calor de la taza me recordaba lo que hacía tiempo había perdido. Me sumergí en el café.

La tierra estaba húmeda, hace horas que el cielo no dejaba de llover. Parecía que duendes bailaban en mi tejado, ta ta ta.

Llevé mi café al fregadero, había tomado un sorbo solamente. Eché un vistazo a la cocina, no había lavado los platos en semanas. Duendes bailaban en mi tejado, me pregunté que los estaba siendo tan felices.

Mis pies y mi torso empiezan a moverse al ritmo de una música que solo estaba en mi cabeza. Y en la de los duendes. Ta ta ta. Mis penas y yo bailábamos.

La tierra estaba húmeda, la lluvia había parado de caer. No había rastro de ningún ser mágico en mi tejado. Solo estaba yo, bailando, con el fregadero lleno de platos sucios, y mi taza de café sin tomar.

Caligrama de Milagros Marina

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