La Libertad como autonomía

 "La libertad es aquella facultad que aumenta la utilidad de todas las demás facultades"

Immanuel Kant, filósofo alemán.

Para diferentes partes de la sociedad, la libertad puede significar diversas cosas. Por ejemplo para la gente religiosa es el poder elegir que religión seguir, mientras que para otros, ser libre es el simple hecho de no estar encerrado. Cientos de definiciones surgen en el mundo, pero nosotras nos vamos a centrar en Kant quien habla de la libertad como autonomía. Esta libertad es propuesta como contraria a la libertad como elección que plantea la deliberación entre dos medios para llegar a una decisión final, mientras que la libertad como autonomía no se basa en elegir los medios ya creados, sino en establecer nuevas reglas que involucren al resto de la sociedad de la misma manera pero que sean propias.

Según Kant, la libertad, como ya antes mencionamos, es la capacidad de los seres racionales para obrar o actuar a partir de leyes propias que no es de la naturaleza. Esas leyes son mencionadas por Kant como mandatos, esto quiere decir uso de la razón. Su contrario es la máxima, que es el uso de los sentimientos a la hora de decidir como obrar. Estos dos conceptos son altamente indispensables para la teoría de Kant, ya que ésta se basa en el "deber", que se define como la necesidad práctica y condicionada de la acción. Por medio de este "deber" se expresa un imperativo, que es la obligación que uno se auto impone en temas éticos. Existen dos imperativos; El imperativo categórico que es la acción llevada a cabo por la razón y, según Kant por deber. Y el imperativo hipotético, que es, por contrario, una acción influenciada por una máxima, es decir, los sentimientos, pero cumplimos con la Ley Moral y la acción es conforme al deber. Todos los imperativos son formulas de la determinación de una acción según la buena voluntad, que es la facultad de no elegir nada más que lo que la razón, independientemente de la inclinación, entiende como prácticamente necesario, es decir, bueno.

Por lo tanto, la ley de la libertad o ley moral dada por los seres racionales nos permite llevar una vida de manera humanizadora y el hecho de que tengamos conciencia de ella, es prueba , que nos damos nuestras propias leyes, que somos libres.


Responsabilidad colectiva en Hannah Arendt y la pandemia

"Bajo condiciones de tiranía es más fácil actuar que pensar."

"El propio pensamiento surge de los incidentes de la experiencia viva y debe seguir unido a ellos a modo de letrero indicador exclusivo que determina el rumbo"

Hannah Arendt, "Entre pasado y futuro"

Para Hannah Arendt, la responsabilidad colectiva se diferencia de la culpa colectiva. Ella propone que "donde todos son culpables, nadie lo es". Y plantea esto a partir del análisis del fascismo alemán; toda Alemania era políticamente responsable de lo que sucedió, sin embargo, no todos cargaban con la culpa individual, sino sólo los que fueron partícipes de los actos. Por tanto, al apelar a la culpa colectiva nadie puede ser juzgado, cosa que sí puede ocurrir cuando hablamos de la culpa individual. Sin embargo, cuando se habla de la responsabilidad colectiva nos referimos a un fenómeno al que no podemos renunciar, permutar o transferir debido a que debemos asumirla siempre y cuando pertenezcamos a una comunidad.

Nuestra condición de seres humanos nos hace sujetos de acción y en tanto sujetxs de acción, sujetxs políticxs, ciudadanxs responsables de un mundo.

Dos condiciones deben darse para que haya responsabilidad colectiva: la primera, es en el caso en el que unx debe considerarse responsable por algo que no ha hecho y la razón de su responsabilidad ha de ser su pertenencia a un grupo que ningún acto voluntario suyo puede disolver; la segunda, se aplica en el caso de que a una comunidad se la considere responsable porque lo que se ha hecho en su nombre.

Este último caso, puede considerarse como responsabilidad política. Para Hannah Arendt somos responsables políticamente por el hecho de que vivimos en una comunidad, al ser parte de esa comunidad no nos podemos librar de ella.

Las únicas personas que no poseen responsabilidad colectiva son aquellos considerados como marginadxs, quienes se niegan a pertenecer a un grupo.

La responsabilidad colectiva se aplica en la pandemia que estamos viviendo, todxs somos responsables políticos y esa responsabilidad es ineludible. Somos responsables de nuestra comunidad, y tenemos que cuidarnos porque el sistema de salud está colapsado, tenemos que hacerlo para que haya lugar en los hospitales, para las personas de riesgo que necesitan internación tengan lugar para poder hacerlo, para que todos tengan la posibilidad de ser atendidos.

¿Si no nos cuidamos entre todos quién lo va a hacer?

Si anteponemos nuestro goce ante la salud de los adultxs mayores, ni siquiera estamos siendo responsables individualmente, entonces, ¿no nos importa el otro? ¿o lo que le pueda llegar a pasar siendo factores de riesgo? Pero ¿es falta de empatía en el otro? ¿o es que primamos nuestra liberad individual sobre la colectiva? ¿Es que no hay sentido de pertenencia a un grupo? ¿ o es falta de capacidad de pensar y comprender?

También podemos pensar que esta pandemia es consecuencia de los excesos que como humanidad estamos cometiendo sobre el mundo. Y esto es solo un llamado de atención de la naturaleza.

Tenemos que tomar conciencia de las consecuencias de nuestras decisiones, consecuencias que no sólo nos afectan a nosotrxs mismxs sino a nuestra comunidad y por su extensión al mundo.


Filosofía entre mates y pantuflas.


¿Existe la libertad cuando somos productos de las redes sociales? 

"Si no pagas por el producto, el producto eres tú".

Para el tema de esta semana vimos un documental de Netflix llamado "El dilema de las redes sociales" en el cual se presenta, por parte de expertos, los peligros detrás de las redes sociales en nuestra vida cotidiana y la preocupación por el aspecto adictivo de la tecnología.

El documental deja en claro que el sujeto es libre, pero ese libre albedrío se pierde cuando somos manipuladxs y nos despojamos inconscientemente de esa libertad. No debemos ser pasivxs y solo recibir información; sino ser sujetxs activxs y no creer todo lo que vemos, pudiendo discernir sobre que sería lo bueno y lo malo para nosotrxs.

¿Pero, qué es lo bueno y qué es lo malo?. Este dilema se puede reflexionar en el campo de la Ética. Siguiendo a Adela Cortina el sujeto es esencialmente moral porque tiene un carácter y definimos la moral como un conjunto de reglas o normas de conductas en una sociedad. Estas reglas están internalizadas en cada individuo, lo cual les permite tener un pensamiento ético para analizar sus acciones como buenas o malas.

En "el dilema de las redes sociales" se busca advertir al público, que incluso cuando sus intenciones son buenas, como por ejemplo escribir una carta tiene como consecuencia acciones malas de las cuales no somos conscientes. Es decir, para escribir esta carta se debió talar un árbol, lo cual incentiva la desforestación de los bosques y contribuye a la contaminación del medio ambiente. Asimismo sucede con las redes sociales, algunos de sus creadores comenzaron a observar que el alcance y las consecuencias del uso de su creación trascendieron sus expectativas y comenzaron a plantearse que las consecuencias para la sociedad eran perjudiciales y surgió así una necesidad moral de plantear estos peligros.

Así como las redes sociales tienen cosas buenas como poder comunicarnos con otras personas, hacer amigos, encontrar familia, a su vez tienen cosas malas como el ciberbullying, la polarización política,  el abuso de las fake news y sus consecuencias. De todas formas, estas acciones son persuadidas por el ingreso de capital de parte de empresarios que utilizan este dinero para crear publicidad en el sitio y tomar provecho de los beneficios que le provee el algoritmo.

Hay una forma de detener esto, con la responsabilidad colectiva, siendo que la responsabilidad individual no basta, ya que a pesar de pensar diferente, si sos la única persona, el sistema te arrastra.

Y también, con entes reguladores del uso de la información por parte del mercado y del arco político.

Nosotros como sociedad debemos convertirnos en sujetxs críticxs, es decir, sujetxs que piensan por sí mismos y toman sus propias decisiones y que no se dejan llevar por lo que el algoritmo muestra en una red social.


Foucault al palo.

"La sexualidad forma parte de nuestro comportamiento, es un elemento más de nuestra libertad. La sexualidad es obra nuestra - es una creación personal y no la revelación de aspectos secretos de nuestro deseo-. A partir y por medio de nuestros deseos, podemos establecer nuevas modalidades de relaciones, nuevas modalidades amorosas y nuevas formas de creación. El sexo no es una fatalidad, no; es una posibilidad de vida creativa".

Michelle Foucault

El proyecto de una historia de la sexualidad encarada por Foucault, en principio: "Se trataba en suma de como en las sociedades occidentales modernas, se había ido conformando una experiencia por la que los individuos iban reconociéndose como sujetos de una sexualidad, abierta a dominios de conocimientos muy diversos y articulada con un sistema de reglas y de restricciones. El proyecto era por lo tanto el de una historia de la sexualidad como experiencia."

Para la consecución de este fin, se basó en tres ejes: el saber, el poder y el sujeto. Los dos primeros le resultaban familiares, sin embargo el tercero le implicaba un problema. Para llegar al conocimiento del sujeto tuvo que cambiar la dirección de la investigación y retroceder a la antigüedad.

En el siglo XVIII nació el concepto de sexualidad. Foucault analiza este término, lo problematiza y busca desnaturalizarlo, es decir, diferenciar las conductas del hombre con respecto a las de los animales. Para ello llega a la conclusión de que existen dispositivos de sexualidad: son formas de saber y poder, es decir, mecanismos o tácticas que recaen sobre los individuos y los moldean desde su interior. El saber y el poder van juntos, no hay verdad que no conlleve un ejercicio de poder y no vaya ligada a un saber.

Como consecuencia de su análisis, cambia el sentido de su investigación y se centra en la idea de sujeto. Ahora, el sujeto se constituye en objeto para sí mismo, a partir, de la puesta en acto de prácticas de observación, análisis y desciframiento de sí mismo, conformándose, de esta manera, el sujeto ético. La ética según Foucault, "es la dimensión de la moral que marca el tipo de relación que se tiene con uno mismo y que determina cómo el individuo se constituye como sujeto moral de sus propias acciones".

De esta manera, el filósofo francés plantea un sujeto que se transforma a sí mismo en una ascesis desplegada que privilegia la creación de la libertad.

Con este pensamiento, Foucault pretende instalar lugares de denuncias de disciplinamientos y dominaciones normalizadoras para contraponerlo con una producción creativa de libertad.

El poder en Foucault. Ejemplos en la obra de Edipo Rey.

 "El poder, lejos de estorbar al saber, lo produce"

Michel Foucault  

Según Foucault el poder se da en las relaciones, por lo tanto, el poder no lo posee una persona en concreto o una institución sino que se da en los vínculos. Estas relaciones de poder hacen que se instaure un saber específico, ese saber es entendido como una verdad en una época determinada.

El estudio de Foucault comenzó buscando primero las epistemes: es decir, conjuntos de enunciados que forman un sistema de regularidades discursivas, reglas de formación de conceptos, objetos, teorías, sujetos y estrategias. A esto  le llamó estudio arqueológico,, que es esencialmente descriptivo. Buscó regularidades discursivas a través de la historia y postuló que en ciertas épocas hay ciertos dominios de saberes, ante lo cual, surgen las siguientes preguntas: ¿Por qué se construye un saber en un momento determinado? y ¿Por qué aparecen puntos de inflexión donde ese mismo concepto cambia de significado? Para contestar a estas preguntas propone una genealogía, a partir de la cual, concluye que los conceptos cambian por las relaciones de poder, ya que el poder está en constante movimiento y se da en relaciones vinculares.

El genealogista va a explicar lo que el arqueólogo ha descripto. La cuestión de poder se coloca en la preferencia de sus estudios y hacia allí se direccionan sus trabajos sobre los sujetos escindidos de la locura, la sexualidad, la prisión y la enfermedad: estamos en el terreno de lo otro; ahora el quiebre, la discontinuidad, va de la ley universal a la norma individualizante, en la que ya no se trata de doblegar y destruir sino de producir fuerzas, vigilar, controlar y administrar. El hombre deja de ser una animal racional y político para convertirse en un animal biopolítico.

Para que cambien los saberes de una época determinada tiene que haber un cambio en las relaciones de poder. Estas relaciones de poder que permiten que cambie el saber son por ejemplo los grupos de resistencia.

Foucault también analizó estos grupos que son capaces de cambiar los saberes de una cierta época. Y ya que toda relación de poder puede romperse y cambiarse podríamos preguntarnos: ¿por qué y cómo cambian? A lo que responderíamos: por las relaciones de poder que se dan en los diferentes ámbitos. Hay microfísicas de poder.

Nosotras adherimos a lo que Foucault plantea, ya que es un concepto que podemos ver representado en la actualidad; muchos saberes están cambiando gracias a grupos de resistencia tales como: movimiento lgbt, feminismo, movimiento antiracista, voicot, etc.

Con el fin de analizar y determinar las relaciones de poder en la obra de Edipo Rey, conversamos con nuestras compañeras de trabajo y encontramos las siguientes relaciones: en la decisión del Rey Layo sobre su hijo Edipo (las relaciones se dan dentro del contexto de la cultura griega, donde es aceptado por todos la utilización de oráculos para conocer el destino); entre Layo y la Familia (relaciones de poder que se dan en la concepción de familia en la época griega); entre los hombres que viven una peste (dentro de la cultura griega se cree que son los dioses los que envían estos males y para que esta seda hay que realizar un acto compensatorio); y entre Edipo y sus súbditos (relaciones de poder que se establecen en una Monarquía).


La esperanza: hay algo que no es pero que puede llegar a ser.

"El hombre es aquello que tiene todavía mucho ante sí.
En su trabajo, y por él, el hombre es constantemente
transformado. Se halla siempre adelante ante límites
que no lo son porque los percibe, los traspone. Lo
verdaderamente propio no se ha realizado aún ni en el
hombre ni en el mundo, se halla en espera, en el temor
a perderse, en la esperanza de lograrse. Porque lo que
es posible puede igualmente convertirse en la nada
que en el ser, lo posible es, como lo no completamente
condicionado, lo no cierto. [...] la valentía en este sentido
es la acción adversa contra la posibilidad negativa
del despeñarse en la nada. [...] sólo esta praxis
puede hacer pasar de la posibilidad real a la realidad el punto
pendiente en el proceso histórico: la naturalización del
hombre, la humanización de la naturaleza"

Cuando vemos la palabra "esperanza" pensamos en un sentimiento de ilusión respecto a un futuro tanto cercano como lejano sin tener en cuenta la viabilidad de su camino. Sin embargo, el concepto de esperanza del filósofo Ernst Bloch es un tanto diferente; él plantea que la esperanza es una fuerza cósmica que está en todos los seres humanos como una tendencia que tienen a esforzarse en busca de lo aún no realizado que se visualiza como utopía o posibilidades.

La esperanza conduce a uno mismo a mirarse a través del espejo (imagen desiderativa), pararse en el desastre y soñar despierto; hay algo que no es pero que puede llegar a ser. Lo importante es poder imaginar y reinventarse para lograr un futuro deseado pero posible, es decir, pensar soluciones que puedan ser logradas por uno mismo. Tengo que imaginar y desear quién ser para liberar los sueños y por la praxis, transformar, otro yo para mí, con el fin de cambiar el futuro.

Teniendo en cuenta estos supuestos, podemos plantear una situación problemática: por ejemplo el tema de los trastornos alimenticios es un tema muy difícil de hablar y, aunque esté presente en muchas personas, principalmente adolescentes, se sigue considerando un tabú. Por esto, una forma de intentar superar esta situación es mirarnos al espejo, vernos con profundidad y darnos cuenta de que debemos cambiar la situación en la que estamos, es un gran paso, pero no el último. Imaginar un Yo que ya no sufre al verse puede sentirse lejano a la realidad, pero se empieza de a poco. Imaginate pudiendo expresar lo que sentís, con tu familia, con tus amigos o incluso con un desconocido/a o un profesional de la salud mental. Imagínate haciendo actividades que impliquen distraerte de tus propias actitudes destructivas. Se trata de crear una imagen de uno mismo que se revoluciona porque aprende a soñar y a crear otras posibilidades que hacen factible transformar el futuro.

En síntesis, coincidimos con lo dicho por Bloch, ya que si queremos lograr una utopía viable debemos comenzar con el cambio propio sin dejarnos llevar por deseos imposibles y centrándonos en lo que podemos lograr. 


Familiarizarse con el dolor.

"La felicidad es solamente la ausencia del dolor." - Arthur Schopenhauer.

¿Qué es el dolor? Mientras que algunxs no pueden identificar cuál es el origen, otrxs lo relacionan con situaciones que nos hacen daño, tanto en el momento como a la hora de recordarlas pero siempre hay que tener en cuenta que es una emoción con la que todo el mundo lidia. ¿Cómo podemos sanar? Podemos intentar permitirnos sentir ese dolor, aceptarlo, familiarizarnos con él, controlarlo y no acceder a que el dolor nos controle. Es muy importante conocernos cuando nos sentimos así, hay que hacer cosas que nos hagan sentir bien: lo que más ayuda a la mayoría de las personas es hablar, ya sea con un profesional o con una persona de confianza, sacar para afuera todo ese dolor que sentimos, escribir, hacer ejercicio. Salir a caminar a un lugar que nos guste, pintar algo, reír, llorar, mirar una serie o una película pueden ser buenas estrategias. No a todos nos ayudan las mismas estrategias. A veces, sanar no es una opción rápida, pero en estos casos, aprender a vivir con dolor puede ser lo más cercano a sanar.

Arthur Schopenhauer propone el dolor como derivación de la insatisfacción al encontrarse con obstáculos para llevar a cabo el deseo. Esta sensación es persistente, es decir, que constantemente deseamos cosas nuevas, y al saciar un deseo automáticamente tenemos uno nuevo, ya que se sugiere que vivimos en un mundo de apariencias, haciendo referencia a la manifestación de la voluntad, la cual puede entenderse como el instinto de supervivencia del ser humano, cuanto más consiente se es de esta voluntad, más profundo es su dolor.

Schopenhauer como filósofo pesimista, presenta a la vida como un sufrir sin cura; la insatisfacción duele y la satisfacción aburre.

Desde nuestro punto de vista esta posición es extremista, por más que estemos de acuerdo con que debe haber dolor en la vida para generar un contraste entre bienestar y malestar, para así darle un sentido a la misma, no coincidimos con que vivir solo implique dolor y que la única forma de encontrar la felicidad sea cuando uno finalmente se despoja de su individualidad (muerte del yo), ya que él propone que ésta no existe y que realmente todos formamos parte de un todo, pero que solo podremos hallar está felicidad llevando una vida ascética o a través del arte, teniendo en cuenta que esto último no persevera en el tiempo y que a fin de cuentas uno , o una, volverá a ser infeliz.

Para finalizar, como sabemos, durante esta situación de cuarentena las opciones son escasas, pero esto no significa que debamos rendirnos, siempre hay que tener esperanza y seguir adelante. 


PUBLICACIÓN ANTERIOR:

La idea en esta sección es poder revisar juntxs, a través del pensamiento y la lectura, nuestros propios supuestos desde las ideas filosóficas.

Los vaivenes de la vida nos llevan a atravesar un problema común como sociedad, una pandemia que nos asola, que nos produce el encierro, que nos pone límites, que nos enoja, que nos asusta, que no nos deja hacer, pero al mismo tiempo, exige que nos resignifiquemos día a día.

Por esto es que decidimos, en esta sección, hablar, discutir, debatir y escribir de esto que nos está pasando a todxs: el cansancio en la pandemia.

En esta incerteza, en esta incertidumbre que genera el no saber, nos posicionamos en la idea de encontrar sentidos que nos permitan avanzar sin que esta situación nos inmovilice ante el hacer, recordando las palabras de Nietzsche: "y cuando vi a mi demonio lo encontré serio, grave, profundo, solemne: era el espíritu de la pesadez, -él hace caer a todas las cosas. No con la cólera, sino con la risa se mata. ¡Adelante, matemos el espíritu de la pesadez!"

Y por eso, decidimos abordar el tema desde una mirada existencialista o vitalista y comenzar a reconocer nuestras propias emociones, esas que nos provocan el cansancio y el hastío, producto del encierro. Poder distinguir qué nos fastidia, poder poner en palabras eso que reducimos a cansancio y hacer un ejercicio en el cual dejemos fluir las emociones de manera tal, que una vez que salieron desde dentro, puedan materializarse en palabras, palabras que se convierten en un encuentro con otrxs.


Esto disparó un abrumador derrotero de emociones y, entre todas ellas, decidimos hablar y escribir sobre el dolor que sentimos junto a la lectura de Schopenhauer. ¡Y este será el tema de la siguiente publicación!

"He aprendido a andar: desde entonces me dedico a correr. He aprendido a volar: desde entonces no quiero ser empujado para moverme de un sitio. Ahora soy ligero, ahora vuelo, ahora me veo a mí mismo por debajo de mí, ahora un dios baila por medio de mí".

("Así habló Zaratustra", Del leer y escribir, Nietzsche)

Te proponemos dos links para seguir pensando en esto:

El primero es un Artículo de Paloma Doti sobre la pandemia.

El segundo es una galería de fotos sobre el mismo tema.

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